
Cuando el peregrino llega a Muxía como prolongación del Camino y cree que ya nada le puede sorprender, surge el santuario de la Virgen de la Barca, donde se aúnan el mar bravío, la arquitectura barroca, la devoción a la Virgen junto con las Sagradas Piedras.
El santuario fue fundado en la Edad Media por los monjes de S. Xiao de Moraime. Edificado en 1719 es de estilo barroco. La imagen de la Virgen es una talla gótica del siglo XIV. El día de Navidad de 2013 sufrió un importante incendio que destruyó la techumbre y el retablo mayor, valiosa obra barroca del escultor santiagués Miguel de Romay. Sólo quedaron en pie las paredes exteriores, se pudieron recuperar los retablos laterales. En 2015 se abrieron de nuevo sus puertas.


En este vídeo se puede ver la magnitud del incendio y posterior temporal que hizo que las olas llegaran al atrio del santuario.




Las piedras sagradas, cuenta la leyenda, son los restos de la embarcación en la que llegó la Virgen por mar para alentar al apóstol Santiago en la predicación de la fe cristiana, según la tradición tienen propiedades mágicas y curativas: la Pedra de Abalar (oscilar), la Pedra de Os Cadrís (Riñones), Pedra dos Namorados (enamorados) y la Pedra de O Temón (timón).
Recientemente, han colocado sobre estas piedras una serie de carteles, que para muchos de los vecinos de Muxía han supuesto una profanación. Este artículo de la Voz de Galicia da cuenta de ello.
Para finalizar, recordamos a García Lorca, que enamorado de Galicia, dedicó uno de sus seis poemas gallegos a la Romería de la Virgen de la Barca.
¡Ay ruada, ruada, ruada
da Virxen pequena
e a súa barca!
A Virxen era pequena
e a súa coroa de prata.
Marelos os catro bois
que no seu carro a levaban.
Pombas de vidro traguían
a choiva pol-a montana.
Mortos e mortas de néboa
pol-as congostras chegaban.
¡Virxen, deixa a túa cariña
nos doces ollos das vacas
e leva sobr’o teu manto
as froles da amortallada!
Pol-a testa de Galicia
xa ven salaiando a i-alba.
A Virxen mira pr’o mar
dend’a porta da súa casa.
¡Ay ruada, ruada, ruada
da Virxen pequena
e a súa barca!
¡Ay ruada, ruada, ruada
de la Virgen pequeña
y su barca!
La Virgen era pequeña
y su corona de plata.
Amarillos los cuatro bueyes
que en su carro la llevaban.
Pompas de vidrio traían
la llueve por la montaña.
Muertos y muertas de neblina
por los congostos llegaban.
Virgen, deja tu carita
en los dulces ojos de las vacas
y lleva sobre tu manto
las flores de la amortajada.
Por la frente de Galicia
ya viene suspirando el alba.
La Virgen mira para el mar
desde la puerta de su casa.
¡Ay ruada, ruada, ruada
de la Virgen pequeña
y su barca!
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