Es la primera vez que iniciamos nuestra andadura en el mes de noviembre, otras veces hemos comenzado el Camino en los meses de verano. Lo decidimos rápidamente aprovechando unos pocos días de vacaciones que le quedaban a Alexis. Llamados de nuevo por el Camino, decidimos ir esta vez de Santiago a Muxía y Fisterra.
El domingo, 17 de noviembre, poco después de amanecer, disfrutamos de Santiago casi para nosotros solos, si normalmente nos impresiona la visión de la plaza del Obradoiro, ese día nuestra impresión fue mayor, pues parecía aún más inmensa, mientras la oscuridad empezaba a desvanecerse detrás de las altas filigranas pétreas.


A poca distancia del Obradoiro, nos encontramos ya en el campo. Tras cruzar un puente de piedra sobre el río Sarela, y después de una moderada subida dirigimos nuestra vista al este para despedirnos de Santiago, las tres torres de la Catedral se recortan en el cielo color de naranja.


A unos 9 km de Santiago, paramos para desayunar en el Alto do Vento. Proseguimos nuestro camino, en Augapesada dejamos a nuestra izquierda un pequeño puente de piedra recientemente restaurado, no está claro si es romano o medieval.


Más tarde, tras la subida y posterior bajada del Alto do Mar de Ovellas, llegamos a Ponte Maceira, un pequeño pueblo con casas de piedra donde destaca su puente pétreo sobre el río Tambre, se trata de un puente de los siglos XIII – XIV, reconstruido en el XVIII. Aquí se enfrentaron el arzobispo Gelmírez con el conde de Traba, también se sitúa en esta zona una leyenda jacobea que narra como los discípulos de Santiago fueron liberados del ejército romano que les perseguía mediante intervención del Cielo: Oyeron a sus espaldas un estruendo, volvieron la vista atrás y comprobaron que el puente que acababan de cruzar se había derrumbado, dejando a los soldados romanos en la otra orilla. Este suceso se representa esquemáticamente en el escudo del Concello de Negreira.



Caminando algo menos de 4 km, llegamos a Negreira, importante municipio de la zona, donde se puede disponer de todos los servicios. A la entrada nos encontramos con el Pazo de Chancela, de base medieval, pero al hacerse muchas reformas a lo largo del tiempo, tiene otros estilos añadidos.
Cruzamos el pueblo y antes de llegar al albergue municipal, que se encuentra a 600 m del casco urbano, pasamos bajo unos arcos de piedra que unen el Pazo de Cotón, con la capilla de San Mauro, ambos construidos en el siglo XVIII de estilo barroco, Finalmente, tras una buena acogida en el albergue municipal, fuimos al bar Porto, donde comimos bastante bien en una agradable terraza sobre el río Barcala.




Una vez más confirmamos que caminar por las zonas rurales de Galicia supone un auténtico deleite y más en estas fechas, donde no abundan los peregrinos, esto hace que se pueda caminar tranquilamente, sin llevar todo planificado y dando lugar a la improvisación. Mañana continuaremos nuestra ruta a Muxía y Fisterrra.
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